Willy Kohan: “El Estado ‘presente’ que se propone está fundido”
Para El Cronista
Las pérdidas históricas y nunca registradas hasta la fecha en el reciente balance presentado por YPF a las autoridades regulatorias eran previsibles, pero al confirmarse llegan como un verdadero baño de realismo para el sueño intervencionista y regulador del Gobierno que, al menos en el relato, promete ahora la recuperación económica de la Argentina gracias al Estado «presente». Basta recordar el caso Vicentin, un episodio relevante de las últimas iniciativas truncas del oficialismo conectadas con la ilusión de una Estado «presente» para ilustrar la distancia entre la realidad y la fantasía. Se proponía que YPF, que pierde con la crisis nada menos u$s 13 millones por día (u$s 1200 millones en un trimestre), fuera la que tomara a su cargo el rescate de la empresa concursada.
Está claro que los números de YPF no tienen que ver en este caso mayormente con su management actual recién renovado y obedecen a una situación excepcional de colapso en toda la industria petrolera mundial por la pandemia. Pero también, y tal vez mucho más, al proceso de incumplimiento de contratos del Estado en Vaca Muerta y la pesificación de combustibles que comenzó en el último año de la administración Mauricio Macri, un cuadro que se fue agravando en la era Fernández-Fernández por la disparada de la brecha cambiaria, el riesgo país y el congelamiento de tarifas.
La idea de que un Estado fundido -que con la pandemia y la crisis social se demuestra una vez más que estuvo décadas y décadas ausente donde realmente se lo necesitaba- se convierta ahora en el que va a motorizar la economía repartiendo subsidios y dinero para obra pública, cuando no alcanza ni para pagar los sueldos, no cierra demasiado. Sobre todo cuando la crisis fiscal del Estado Argentino anticipa un déficit este año récord, de unos u$s 40.000 o u$s 50.000 millones.
Es cierto y muy alentador que el Presidente y su coalición hayan comprendido la gravedad de la crisis y hayan optado por evitar el default. También es verdad que se reconoce desde el Poder Ejecutivo que existe un problema fiscal. Lo repite el Presidente y el ministro Guzmán en cada entrevista que conceden.
Pero solo describen un problema que es una obviedad para todo el mundo, sin una sola señal en el sentido de corregir esa distorsión. Más bien todo lo contrario. Como si el plan fuera atacar el déficit, la emisión y el gasto con más déficit, más emisión y más gasto. Con la ilusión tantas veces frustrada de que la expansión monetaria y los subsidios en pesos sin respaldo, con cepos al dólar y al comercio, traigan reactivación en la inversión el consumo, y finalmente recuperen la recaudación.
En la cátedra, a la vez, todos los economistas coinciden en que el drama fiscal se agrava en la Argentina porque el país no tiene ahorro ni moneda, y por una verdadera doble Nelson que fractura a la macro economía como nunca por la pandemia y las cuarentenas: explota la necesidad de mayor gasto y emisión de pesos, cuando a la vez se derrumba la recaudación. Es la discusión instalada en la economía hace meses, tal como se ha reflejado en esta columna.
El problema es que nadie dice una palabra sobre cómo evitar que todo esto termine tarde o temprano explotando en un nuevo fogonazo inflacionario como tantas veces ocurrió en el pasado. El reconocido economista Pablo Gerchunoff tuvo la honestidad de responderse a sí mismo en Twitter «no sé» respecto de cómo termina la película. Ya se mencionó en esta columna que Jorge Ingaramo afirma que se puede controlar y evitar la híper, porque el déficit lo financia la gente que por ahora gasta poco y mantiene el dinero de la súper emisión en los bancos: las entidades captan al 20% promedio y colocan al Central al 32% promedio entre pases y Leliq.
En el Gobierno, en tanto, suponen que la puja distributiva se puede administrar con cepos y controles de precios, pactando salarios con una pauta no mayor a 25% para este año, bajando el déficit y la emisión suavemente a medida que se va saliendo de la pandemia.
Carlos Melconian se cansa de repetir que sin un programa integral y con respaldo político para bajar el déficit y la inflación no se sale; en tanto la dupla Giacomini-Milei advierten que la situación es extremadamente inestable, y que ni con el acuerdo de la deuda la Argentina se salva de una inflación probable de tres dígitos en el futuro cercano si no se ajustan urgente los desequilibrios.
Mientras los economistas se ponen de acuerdo, el público y los inversores tienen memoria: la gente se desprende cuanto antes de los pesos. Compra bienes, compra dólares, o ambas cosas el que puede.
A propósito del Estado presente pero fundido, y los proyectos de infraestructura que nadie sabe cómo se van a financiar, la creciente disputa por la administración de las cuarentenas desatada desde el gobierno de Axel Kicillof contra la Ciudad de Buenos Aires reabrió una jugosa disputa empresaria con mucho impacto económico por el futuro de la actividad portuaria en el área metropolitana.
Desde la Provincia se impulsa en estas horas la construcción de un nuevo canal para la navegación del Río de la Plata, el Canal Magdalena, auspiciado por el senador Jorge Taiana y obviamente con el respaldo de Cristina. Las empresas que manejan las terminales del puerto de Buenos Aires temen que la movida sea para beneficiar el crecimiento del Puerto de La Plata. Cuestionan la viabilidad de esta conexión, a pesar de que La Plata opera cada vez más fluido a través de la terminal de los filipinos de Tecplata, que no tienen nada que ver con la pelea política y reclama estar en el sector para recuperar una inversión de u$s 500 millones por una terminal de última generación ya instalada.
Arriba del conflicto se suben los bonaerenses del puerto de Zárate, que suponen que ahora la movida de Taiana con Kicillof podría derivar en un mayor beneficio para toda la logística del comercio de granos a través de los puertos de la provincia.
Reaparecen también los que apuestan a desarrollos inmobiliarios y turísticos multimillonarios en la ribera porteña, el Puerto Madero II, si parte de la actividad del puerto de Buenos Aires pasare a la Provincia. Complicada situación para Horacio Rodríguez Larreta. Logró renovar por dos años las concesiones vencidas para defender al puerto porteño. Pero ahora ya no está Mauricio Macri en el Gobierno nacional para definir. El futuro de los Puertos y la navegabilidad del Río de la Plata dependen del ministerio de Transporte. El futuro de la hidrovía también depende de esta cuestión. Impensados coletazos del la disputa Kicillof vs. Larreta, el clásico del momento.
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