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Una multitud despide los restos del papa Francisco en la basílica de San Pedro

23 de abril de 2025

Los restos de Jorge Mario Bergoglio permanecerá en un ataúd abierto durante tres días, en espera de su funeral del sábado por la mañana.

El cuerpo del papa Francisco fue trasladado este miércoles desde la capilla de la residencia Casa Santa Marta a la basílica de San Pedro, y los fieles que esperaban pacientemente comenzaron a desfilar frente al féretro para presentar sus respetos. El ataúd con los restos mortales de Jorge Mario Bergoglio se instaló, abierto, ante el imponente baldaquino barroco de la basílica, con su inseparable rosario entre las manos y casulla roja. Así, Bergoglio comenzó su último viaje, que continuará el sábado con la misa de exequias y terminará con su inhumación en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, con lo que será el primer pontífice sepultado fuera del Vaticano desde León XIII en 1903.

Antes del transporte del ataúd, el cardenal Kevin Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, inició la liturgia en la capilla de la Casa Santa Marta con una breve oración por el alma del papa Francisco. “Al dejar ahora este hogar, demos gracias al Señor por los innumerables dones que concedió al pueblo cristiano a través de su siervo, el Papa Francisco”, rezó. “Pidámosle, en su misericordia y bondad, que conceda al difunto Papa un hogar eterno en el reino de los cielos, y que conforte con la esperanza celestial a la familia papal, a la Iglesia en Roma y a los fieles de todo el mundo”.

El cuerpo del pontífice fue transportado en una procesión que recorrió la plaza de Santa Marta y la plaza de los Protomartiri Romani, pasando por el Arco de las Campanas y adentrándose en la plaza de San Pedro, antes de entrar en la basílica por la puerta central.

Al ritmo de plegarias y repique de campanas en un soleado día de primavera, el cortejo fúnebre estuvo acompañado de cardenales y guardias suizos. Y cuando atravesó la plaza, los fieles presentes -más de 20.000- rompieron en aplausos.

Más tarde se realizó un servicio dirigido por el Camarlengo Farrell, quien está encargado de hacer los arreglos para el funeral y para el cónclave en las próximas semanas. El purpurado dirigió una breve Liturgia de la Palabra, que incluyó una lectura del Evangelio de Juan de la oración sacerdotal de Jesús proclamando el amor de Dios por Él y por sus discípulos.

El rito concluyó con el canto de la Salve Regina, un himno mariano que comienza “Salve Regina, Madre de Misericordia”.

El ataúd del Sumo Pontífice fue colocado en el Altar de la Confesión, un espacio sagrado frente al altar mayor, sobre la tumba de San Pedro, el primer Papa. Allí, los restos mortales de Jorge Mario Bergoglio descansan con su inseparable rosario entre las manos y casulla roja.