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Willy Kohan: “Evitar un Rodrigazo es el único plan que interesa”

By on 29 julio, 2020

Para El Cronista

La Argentina económica espera en las próximas semanas un resultado final favorable en la negociación del canje de deuda con los bonistas y los fondos internacionales. Ayer avanzó el trámite parlamentario para emitir los u$s 1500 millones en bonos mayormente para el fondo Pimco, al que le prometieron esos títulos para que salieran en orden de sus inversiones en pesos una vez que se cierre el canje de la deuda.

Ese final feliz con los acreedores internacionales es condición necesaria, para responder la verdadera pregunta y más de fondo que hoy golpea la confianza en la economía argentina. Lo que lleva el dólar a tocar $ 140 en el mercado libre y la brecha a casi 100%: aun saliendo del default, ¿cómo va a hacer el país para evitar una explosión inflacionaria en el corto o el mediano plazo, producto del tsunami de miles y miles de millones de pesos que el Estado tienen que emitir para cubrir el gigantesco agujero fiscal que deja el Covid-19? Evitar el default es condición necesaria; no suficiente. «Es fundamental, pero es el punto de partida», como bien advierte el economista Rodolfo Santángelo.

Sobre todo para el Gobierno en todas sus facciones representa una incógnita decisiva la cuestión de evitar un estallido inflacionario. Una aceleración sostenida de los precios pondría en peligro el resultado electoral del año que viene. Los efectos de la inflación y las corridas al dólar sobre las elecciones son implacables. Lo saben en carne propia Cristina Kirchner y Mauricio Macri.

Respecto de la negociación con los acreedores, cabe destacar que hasta ahora las partes siguen sentadas a la mesa bajo la premisa de la «buena fe», frase textual que se repite en todos los intercambios epistolares entre el país y los distintos clubes de acreedores. Mientras todos sigan hablando de buena fe, la negociación se puede seguir estirando aún más allá del próximo 4 de agosto, como seguramente ocurrirá, y en ningún caso hay riesgo de juicios contra la Argentina.

Más allá del relato tribunero que Guzmán cumple con creces para agradar a quienes lo tienen contratado, lo relevante de las últimas horas es que Argentina acepta mejorar las condiciones legales, uno de los puntos que pedían los acreedores. Eso también es mejorar el precio futuro de los papeles que se van a emitir. Y los bonistas aceptan seguir discutiendo por tres dólares más, sin amenazar con levantarse de la mesa.

Es posible, a esta altura, que sea recomendable un mediador para partir la diferencia muy pequeña entre las partes. Aunque es el trabajo de los bancos asesores, básicamente de Lazard Freres, ya se utilizó esa figura del facilitador en el pasado, cuando en 2014 el entonces juez Thomas Griesa ordenó llamar al abogado Daniel Pollack que logró acercar posiciones. La decisión política de entonces, empero, fue seguir en default y tomar la causa contra los fondos buitres como bandera electoral.

Todo indica que la situación es distinta en la actualidad. El acuerdo con los bonistas viene avalado desde el Instituto Patria. «En el Patria hay más críticas al gabinete de Alberto Fernández que a BlackRock» bromea un consultor. Cristina bendijo personalmente la gestión de Martín Guzmán cuando mejoró la oferta de u$s 39 a u$s 53.

Las próximas semanas serán clave para confirmar si habrá acuerdo con las mayorías necesarias para evitar que sigan juicios contra el país que traben futuras emisiones de bonos y compliquen el financiamiento incluso al sector privado.

Pero la verdadera discusión económica en la Argentina que viene después del canje de la deuda es qué pasará con la inflación, si se va a lograr frenar la disparada del dólar. El único plan de medidas que se quiere conocer para que los argentinos en lugar de seguir comprando dólares los empiecen a vender tiene que ver con si va a existir un programa monetario y fiscal medianamente consistente y con apoyo del FMI para mejorar las expectativas.

En definitiva, si el Gobierno va a lograr contener y absorber en forma voluntaria y con mecanismos de mercado el tsunami de pesos que hoy circula por la economía. Los agregados monetarios en pesos están volando. Se duplicó el circulante y la cantidad de dinero que las empresas, las familias y las personas tienen en los bolsillos y en las cuentas bancarias, sobre todo a la vista.

Mientras toda esa montaña de pesos siga en los bancos como hasta ahora, con baja velocidad de circulación del dinero y el consumo concentrado mayormente en alimentos y remedios por el efecto coronavirus, todo más o menos controlado. Claro, controlado con cepo cambiario, precios máximos, una brecha de 70/90% y tasas en pesos entre 35% y 50%.

Para que el tsunami de emisión de pesos no haga estallar lainflación, el mecanismo ahora es el de siempre, cómo hacer para que no termine como siempre. Las Lebac de Sturzznegger ahora son las Leliq más los Pases de Miguel Pesce. Entre Pases y Leliq, hay hoy el doble de pesos que había en la era Macri, desde luego el dólar no vale lo mismo. Pero se calcula que la suma de esa bomba monetaria, hoy en $ 2,4 billones, puede superar en el futuro cercano la misma base monetaria del sistema.

El economista Jorge Ingaramo cree que si se evita el default, se aleja claramente la híper. Admite que el déficit fiscal es monstruoso, casi 900 mil millones en la primera mitad del año, pero está tranquilo con que los bancos captan al 25% y colocan en Leliq y pases al 32%, financiando el déficit con la inflación, pero sin estallido.

Carlos Melconian, como la mayoría de la cátedra, opina que se puede evitar lo peor y la híper si hay acuerdo por la deuda. Pero insisten en que sin un plan económico y político integral, que suponga medidas coordinadas para cambiar las expectativas y bajar la inflación no hay recuperación a la vista.

Javier Milei y Diego Giacomini no están tan seguros que se pueda evitar un estallido inflacionario, porque suponen que la situación monetaria no es estática, y cualquier evento político puede disparar una corrida de depósitos. También advierten que una inflación de tres dígitos en el mundo de hoy es como la híper de cuatro dígitos en los ’80, ya que el mundo hoy tiene inflaciones entre 1 y 5% anual, 10 veces menos que hace 30 años.

La respuesta parece que deberá presentarla el ministro Guzmán. Contra muchos pronósticos, es una de las figuras del gabinete que ha cosechado mayor respaldo en las últimas semanas. Tiene doble conforme: lo ratifica cada vez el Presidente, y lo bendice Cristina como a casi nadie en el Gabinete. Podría afirmarse que Guzmán y Wado de Pedro son hoy los dos ministros más firmes en el elenco oficial.

Más allá del relato político más o menos tribunero para explicar las dificultades económicas, independientemente de lo efectivas que puedan resultar las llamadas «60 medidas» que se prometen para subsidiar inversiones y consumo, la agenda para el ministro Guzmán que ahora interesa en el mundo económico pasa por sobrevivir a las cuarentenas y evitar la aceleración peligrosa de la inflación. Cuánto se va a seguir emitiendo y qué instrumentos se van a presentar para que todo no termine convertido en un Rodrigazo.