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Willy Kohan: “Otra vez se apretó el botón rojo equivocado con el dólar”

By on 17 septiembre, 2020

Terminó finalmente apretando el botón rojo el presidente Alberto Fernández y cerró casi al extremo la venta de dólares implantando un supercepo, más severo aún que el que regía en el final del gobierno de Cristina Kirchner en 2015.

En lugar de invitar a la inversión privada aprovechando el cierre exitoso del canje de la deuda y la relación retomada con el FMI, se eligió el camino exactamente inverso.

No solamente con mayores restricciones y encareciendo la divisa para los que pretenden ahorrar, consumir bienes y servicios importados que se pagan con tarjeta o viajar en un futuro cercano. También, mucho más grave, actuando contra las empresas y provincias que tienen deudas a pagar en el exterior.

Como se vaciaron las reservas, tarde o temprano este supercepo abarcará a quienes pretendan importar productos no esenciales o que no sean insumos básicos autorizados a importar al dólar oficial para la producción nacional.

Habrá un impacto inflacionario inevitable por la suba en el precio del dólar, y se resentirá fuerte el crédito externo para las empresas y para el país.

Se insiste con un sistema que viene fracasando hace un año y que fue vaciando las reservas del país, desde el mismo día en que el expresidente Mauricio Macri perdió las PASO y se desató una crisis de confianza que se agravó con la llegada de Alberto y Cristina Fernández al Gobierno.

En lugar de mantener el control de cambios con un dólar oficial exclusivo para comercio exterior que evite un shock inflacionario pleno y permitir a la vez que exista un dólar financiero libre para ahorro y turismo, sin obligación al BCRA de tener que vender reservas para en mercado, se siguieron entregando dólares subsidiados al turismo y al ahorro con un cepo que empezó en US$ 10.000 al mes y terminó en apenas US$ 200, ahora ni eso. En los últimos 12 meses, por no desdoblar el mercado y cuidar las reservas para la producción, se rifaron entre US$ 15 y US$ 20 mil millones con otro destino. Ahora se agotaron las reservas para todos. También para las empresas y productores que justamente necesitan los dólares para producir y exportar.

En lugar de corregir esa distorsión, ahora se la profundiza. Se le niegan los dólares a los que producen y obligan a ir al default a decenas de empresas, mientras se siguen entregando reservas para ahorro, turismo o consumos importados, por más de que se encarece con más impuestos la divisa para tratar de desalentar la demanda.

Puede parecer caro hoy el dólar ahorro que pasó de $102 a $130 pesos en 24 horas. Hasta que la inflación y la emisión monetaria sin freno lleve otra vez el blue para arriba, y así la calesita de sacarle dólares baratos al Banco Central volverá a empezar a acelerarse.

La decisión del Gobierno de extremar el cepo y los controles en lugar de abrir una franje libre para el mercado de cambios presenta además una señal muy preocupante respecto de los planes futuros de la administración Fernández, mirando el gasto público y el déficit fiscal.

Contradice lo que venía prometiendo el ministro de Economía Martín Guzmán, en el sentido de ir normalizando la crisis cambiaria con señales de mercado. Achicar la brecha tratando de moderar el agujero fiscal y la emisión.

Nada de eso parece disponible. Se sabe que la asistencia para la provincia de Buenos Aires no tiene límite. Los fondos que se le quieren quitar a la Ciudad para girarlos a la Provincia no alcanzan ni para empezar a hablar. Ya Buenos Aires recibió en lo que va del año cinco veces la cantidad de fondos que se le había girado a esta altura del 2019. Nada alcanza.

A nivel nacional se siguen anunciando medidas demagógicas como una nueva moratoria previsional. El régimen jubilatorio, para 90% de los beneficiarios, ya se convirtió en un plan social. Millones de personas con derecho a cobrar, pero cobrando miseria.

Si el plan es profundizar el déficit y la emisión para tratar de ganar las elecciones en 2021, se camina en la dirección de extremar los controles al dólar y a los precios. Y subir sin pausa los impuestos.

No debería sorprender, en ese escenario, que sigan sumándose las empresas, emprendedores y muchos jóvenes de clase media que deciden buscar un mejor futuro fuera de la Argentina.