El presidente electo Alberto Fernández llegó a Uruguay para ofrecerle su apoyo Daniel Martínez, candidato del Frente Amplio, de cara al ballotage del próximo domingo 24 de noviembre donde enfrentará favorito en las encuestas, Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional.
Fernández cruzó el Río de la Plata en un avión privado para acompañar al espacio que tiene como referentes al ex presidente Pepe Mujica y al actual, Tabaré Vázquez, que por primera vez en 15 años, está a las puertas de conocer la derrota.
Según una muestra de Equipos Consultores, Lacalle Pou creció 18 puntos con respecto a su performance en primera vuelta (de 29% a 47%), mientras que Martínez subió apenas 3 puntos (de 39% a 42%). En ese contexto, Fernández cree que podría ayudar a dar vuelta la ecuación.
Algunos analistas consideran que la jugada del mandatario electo argentino puede representar un riesgo para su futura política exterior. Quizás tenga que ver más con sus necesidades regionales y deseos que con lo que íntimamente suponga que ocurrirá dentro de dos domingos. Es que a partir del 10 de diciembre el hombre que ocupará la Casa Rosada mirará alrededor suyo más allá de las fronteras y se encontrará en soledad en América Latina.
El viaje a Uruguay se suma a otros gestos recientes del presidente electo argentino que marcan una estrategia al menos innovadora en materia de política exterior. Desde que fue ungido como candidato por Cristina Kirchner, Fernández acentuó las diferencias con el presidente del principal socio comercial de la Argentina, Brasil. Durante la campaña el líder del Frente de Todos pidió por la liberación de Lula Da Silva y tras las elecciones Jair Bolsonaro no sólo lamentó su victoria, sino que adelantó que no participará de los actos de asunción que se realizarán el 10 de diciembre. Esa tensión podría ser inconveniente para las finanzas de ambos países, pero sobre todo para las de la Argentina.
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