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Willy Kohan: “Se frena el rebote y despertó el dólar”

By on 27 abril, 2021

Para El Cronista 

La actividad económica frenó su rebote en febrero después de varios meses de recuperación y los datos de marzo confirman esa tendencia. Según la medición del estudio de Orlando Ferreres, la producción industrial el mes pasado no se recuperó contra el mes anterior, si bien fue mucho mayor al año pasado en que ya golpeaba en parte la cuarentena en las fábricas. Previsible que mejorara la foto, preocupante que empeore la película.

Se afecta el consumo y la demanda para seguir aumentando los inventarios de mercaderías por la aceleración inflacionaria de los últimos meses; y porque esa dinámica se retroalimenta y presiona los precios y el mercado de cambios, a medida que se agrava la crisis sanitaria y se perciben en consecuencia mayores dificultades para reducir el déficit y la emisión monetaria.

Con el mercado convencido de que habrá más pesos de lo previsto, aún con la soja entre u$s 550 y u$s 600, el dólar se empezó a mover. Según el economista Salvador Di Stefano, la brecha que vimos últimamente en torno a 50% con el dólar oficial resultó finalmente un piso. La discusión ahora es cuál será el techo. Llegó a 100% en el invierno pasado, cuando terminó en agosto la temporada de la soja y desbordaba la emisión monetaria por los auxilios y subsidios en el primer año de la pandemia.

Ya se rindió al Instituto Patria el ministro Martín Guzmán, que con el escudo del FMI ilusionaba como el faro de occidente y era ovacionado por el Círculo Rojo en Casa de Gobierno por su temple para mantener a la Argentina dentro del capitalismo. Se allanó al plan Kicillof: congelar todo, cerrar todo si hace falta, emitir y repartir subsidios. Después de la elección se verá como se detiene la devaluación. Si por las buenas, difícil, o por las malas.

Nada de lo que prometió y pidió Guzmán está disponible. Ni acuerdo con el FMI, ni suba de tarifas, ni siquiera evitar los cierres y cuarentenas para evitar un mayor colapso económico. Del equilibrio fiscal, el titular del Palacio de Hacienda no habla más. Le llegó el aviso desde El Calafate, sus reflexiones en ese sentido ya se consideraban una provocación para Axel Kicillof y la familia Kirchner.

Interesa en ese sentido la sucesión de Mario Meoni en el Ministerio de Transporte. Reclaman influir en el nombramiento Sergio Massa, Hugo Moyano y el Instituto Patria. Se trata de un ministerio estratégico con presupuesto multimillonario al que La Cámpora siempre le tuvo ganas. Tiene autoridad legal y firma sobre trenes, micros, aviones, rutas, barcos, puertos y la estratégica Hidrovía.

En momentos en que el gobierno de Alberto Fernández está cada vez más intervenido por Cristina, no está tan claro que el Presidente esté en condiciones de cumplir con Massa. Aun manteniendo el massismo la cabeza de ese ministerio clave, podría acentuarse el loteo de secretarias y subsecretarias entre los sectores que pujan por el control de tan gigantescas cajas.

Pasan las semanas y la pandemia se sigue agravando en el país. El Gobierno busca culpar a opositores y críticos por esta tragedia humanitaria. Todo indica que se anunciarán mayores restricciones a la circulación y actividades. Si no cede el ritmo de contagios, el riesgo de colapso sanitario está cada vez más cerca. Axel Kicillof reclama en forma desesperada un cierre total y absoluto por tres semanas porque teme un estallido de contagios en el Conurbano. En el gobierno de la Ciudad son menos dramáticos, pero la preocupación va creciendo.

La pelea por las escuelas abiertas o cerradas sigue sin acuerdo, mientras se espera el fallo de la Corte por la autonomía porteña. La Ciudad aceptaría cerrar más el secundario, pero quiere mantener abiertos al menos jardín de infantes y primaria.

Las autoridades nacionales y de la provincia de Buenos Aires intentan encubrir su propia responsabilidad en la gestión sanitaria y la falta de vacunas suficientes. Suben el tono de las acusaciones contra el Gobierno porteño, el periodismo crítico, el sistema privado de salud y cualquier sector que cuestione la política oficial.

La estrategia es la de siempre, cada vez más obvia, poner toda la responsabilidad de los fallecimientos y de la crisis en los demás: los porteños, los turistas, antes los runners, siempre la clase media que no vota al PJ, y puntualmente la administración de Horacio Rodríguez Larreta. Son los que resisten a las cuarentenas extremas promovidas desde el ala más dura del kirchnerismo. Si se multiplican los muertos, dirá el Gobierno que fue por culpa de los opositores y críticos que rechazaron la cuarentena, los que cuestionaron la vacuna rusa y promovieron la desobediencia y las aglomeraciones.

No asume ninguna responsabilidad el Gobierno por las tropelías que se organizaron para vacunar amigos y militantes, o del fanatismo ideológico que dejó al país sin las vacunas de Estados Unidos que la mayoría de la población prefiere en todo el mundo o de los pésimos resultados objetivos del plan de vacunación en el país

El gobernador Kicillof teme un estallido social y sanitario en el Conurbano, donde está el foco del problema pese al ataque político sobre la Capital y los porteños. Es el en gran Buenos Aires donde se generalizan aglomeraciones imposibles de contener en el transporte público, en ferias comerciales barriales y en la multiplicación de fiestas clandestinas.

El plan de vacunación oficial sigue siendo extremadamente insuficiente. El país necesitaría aplicar un millón de dosis por día para tener fuera de peligro a la población de riesgo antes de la llegada del invierno. Significaría un milagro: multiplicar por 10 la cantidad que se vacuna por día en la actualidad.